Hoy desperté y era el mismo mundo de siempre. Apenas abrí los ojos vi cómo a mi costado, a través del velo de la cortina, se perfilaban las siluetas de aquellas inmensas construcciones grises, esas que fagocitan todo a su alrededor. Absorta sobre el alfeizar de la ventana, me dejé caer en un torbellino de desesperanza que me dejó el alma tan gris y aletargada como un bloque de cemento.
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