Qué rico que nadie lea esto, es como escribir en mi diario de vida y despojarme de esa extraña "represión" (que nos obliga a comportarnos de tal manera) para darle la bienvenida a la soltura y a la pseudo-libertad. En todo este tiempo no he escrito prácticamente nada, por ninguna parte. Y me acostumbré a no escribir; de repente las palabras me resultaron extremadamente rígidas y pequeñas como para albergar un contenido tan infinito como lo es una "emoción". Me sorprendí a mí misma sin leer más que lo obligatorio, a escribir como perro faldero lo que pedía un profesor, con palabras tan sencillas y cuadradas como los números. Así que no escribí prácticamente nunca más, y lo callé todo. Lo que escribo no lo converso con nadie, salvo con mi cerebro. Entonces andaba por ahí y por allá con el pecho apretujado por cosas inquietantes que desconocía, y que no sabía si era tristeza, rabia, frustración, alegría, despecho, etc. Como es natural, cada cierto tiempo explotaba. Exploto aún. Y seguiré explotando, porque seguiré guardando esas palabras, esos pensamientos...
La verdad es que soy una persona apática. Gruñona. Me enfado por cualquier estupidez; basta con golpearme un dedo y me enfado con medio mundo. No es mi intención. De ahora en adelante tengo que comenzar a comportarme..."como una persona grande". A veces olvido que ya no tengo 9 años. Es extraño, me siento como la misma niña de 8, de 11 años que se enfada por nimiedades y que anda dado portazos y arrojando objetos, gritando imbecilidades. Maldita edad, ahora debo comportarme. Y eso que no hay nada más reconfortante que desahogarse tirando y rompiendo cosas! Botar la ira con ira, con mucha ira, para dejar de sentir ira.
Pendejerías.
Cómo me gustaría vivir en un pseudo-mundo, un mundo que no sea este mundo. Que sea un mundo de juguete, con cosas lindas y fantásticas, ser por siempre una niña...no crecer nunca. No quiero crecer. Tengo miedo de crecer. Tengo miedo de comportarme como una persona calcada. Tengo miedo de usar tacos algún día. Tengo miedo de enjaularme. Tengo miedo de adscribirme a un esquema. Tengo miedo de proyectar una sombra con vida propia cuyos movimientos no se correspondan con los realizados por el cuerpo que la proyecta, porque siempre querré ser esa sombra.
Sombras, sombras, sombras...tan difusas, tan anónimas...quiero ser esa sombra calladita que se agita en la oscuridad...
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