En tiempos de soledad, acurrucarse en la cama era un despiadado consuelo, pero mientras se apagaban los sentidos y el entorno ennegrecía, todo parecía estar bien. Una noche, sin embargo, el instante mencionado se tornó pesadillezco. Como si la cama fuese arena de playa, las sábanas con que me cobijaba se tornaron en un impetuoso mar que esparcía sus aguas una y otra vez sobre mi cuerpo, retirándose y volviendo siempre. Como un remolino, intentaba llevarme consigo hasta las profundidades del océano, con las algas atándome las extremidades. Intentaba safarme de ellas, pero la fuerza de aquellas olas era demasiado potente. Las aguas me susurraban al oído con voces angustiantes y desconocidas...hasta que de ellas vi surgir más de un centenar de manos, todas intentando aferrarse de mí y llevarme consigo. Y no eran más que manos, no era más que una muchedumbre que con codicia vociferaba la soledad que me acompañaba. La mañana siguiente, al despertar, me descubrí en medio de la soledad. Hubiese deseado ir con ellas al fondo del mar...para no estar tan sola.
Thursday, June 28, 2012
Monday, June 25, 2012
Hoy desperté y era el mismo mundo de siempre. Apenas abrí los ojos vi cómo a mi costado, a través del velo de la cortina, se perfilaban las siluetas de aquellas inmensas construcciones grises, esas que fagocitan todo a su alrededor. Absorta sobre el alfeizar de la ventana, me dejé caer en un torbellino de desesperanza que me dejó el alma tan gris y aletargada como un bloque de cemento.
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